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Un mundo dividido (Parte 5)

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Elías era un hombre trabajólico, y sus ojeras eran prueba de ello. Los últimos días había estado intentando sacar la mayor cantidad de información de sus dos prisioneros. Después de largas horas de tortura psicológica, consiguió los nombres de los dos jóvenes: Roderick y Tamara. El doctor no descansó en ningún momento para ello, de hecho, cuando al fin consiguió progresar en su investigación salió a celebrar con sus ayudantes. El cansancio era tan poderoso en el científico, que incluso le llegó a distorsionar los sentidos, haciendo que le gustara el sabor de la Oscuridad Embotellada, efecto que se esfumó luego de un merecidísimo descanso.
Cualquier persona que entrase a su departamento se volvería loca al instante con el desorden. Habían libros tirados por doquier, hojas y papeles recubrían el suelo, pero lo importante es que él se sentía cómodo, sabía la ubicación exacta de cada una de sus posesiones. Si le pidiera a cualquier otra persona que buscase un libro cualquiera, probablemente tardaría bastante, acción que Elías completaría en menos de un minuto. La mayoría de los científicos solían tener archivados todas sus pruebas, experimentos, datos y cosas raras en sus computadoras, pero el Dr. Stagg prefería usar el papel, era más cómodo de transportar que una de esas cacharras, además, si no tenía donde anotar cosas, simplemente usaba sus brazos, mesas, paredes, donde fuera, todo servía, total, su ayudante se encargaba de traspasar todos los datos al ordenador. Más que asistente, Adrián Weternick era como su hijo. Un chiquillo de 15 años que seguía los pasos del doctor. Era muy disciplinado en los momentos serios, pero le encantaba hacer estupideces cuando la ocasión se lo permitía, siempre conseguía sacarle alguna que otra sonrisa al doctor. El chico pasaba tanto tiempo en el departamento de Elías, que parecía que vivía allí, de hecho, su padre, un empresario cualquiera, hizo todo lo posible para que su hijo continuara con sus negocios al momento de partir, pero no había caso, Adrián prefería la ciencia, de modo que prefirió dejar que persiguiera sus sueños, no quería obligarlo a nada, el hombre le pidió a Elías que tomara como pupilo a su hijo. En un comienzo no se hacía mucho problema para enseñarle a Adrián sobre el enorme mundo de la ciencia, el problema vino después, cuando al doctor lo nombraron jefe del centro de investigación, pero el chico podía aprender solo con los innumerables libros que habían en el departamento, y hace poco, Elías comenzó a llevarlo a los grandes laboratorios que habían en el centro de investigación. Como era hijo de un empresario, Adrián tomó la costumbre de tener todo perfectamente ordenado, cosa, que parecía desconocida para el doctor, por eso, cuando él no estaba, el chico aprovechaba de ordenar los kilos de papeles y libros, donde bajo de muchas capas de información uno podía encontrar cosas perdidas, monedas, algún billete, nuevos ecosistemas, entre otros. El orden no solía durar mucho, el doctor se tardaba bastante si quería encontrar algo, y además dejaba todo desparramado en el suelo, Adrián siempre se lamentaba cuando se hallaba con el desorden, ‹‹Tanto esfuerzo para nada››.
Era en uno de esos días que el chico se las pasaba ordenando (o desordenando para el doctor), cuando se encontró con un cuaderno de tapa amarilla, en la cual se hallaba escrito con letras grandes y negras:


Gente extraña
“Roderick y Tamara”


La curiosidad del muchacho se despertó en seguida. Dentro, no había ni siquiera una página completa, pero al parecer, Elías se esforzaba todos los días por ir rellenando cada vez más el cuaderno.
“Día 1: Tienen todas las características de ser humanos, pero el color de su pelo no lo he visto nunca ninguna parte de Therán, de seguro no son de esta dimensión como decía Melisa. Además no logro sentir nada de magia por parte de la niña ni el grandote, pero el niño si tiene algo, aunque es muy débil, cualquiera se daría cuenta de que no es nada normal.
Día 2: Tuvieron que eliminar al gigante porque estaba dando muchos problemas, ahora solo quedan los dos niños. Al chico lo sometí a un examen de magia, pero por alguna razón las máquinas se hicieron mierda, sus poderes pueden ser peligrosos, así que mejor no lo hago enojar.
Día 3: Todo un puto día para que simplemente me den sus nombres: Rodercik y Tamara, bueno, es un avance, y por más mínimo que sea, siempre debe ser considerado. Después de que asesinaran al gordo, la magia de Roderick se volvió más fuerte, pero no lo suficiente para ser peligrosa, hay que tener cuidado con él. Estuve cerca de enviar a matar a la chica también, pero mejor no.”

En el mismo instante que cerró el cuaderno, el doctor entró al departamento.
— Otra vez está desordenado —dijo, como si le hubiera pasado la peor cosa del mundo. Adrián intentaba convencerlo para que se acostumbrara al orden, pero era imposible, su “orden” era el desorden.
Elías estaba tan cansado que se fue directo a su sillón favorito, allí se relajó un momento antes de volver a levantarse para añadir nuevos resultados a sus cuadernos. Estuvo un buen momento buscando entre los libros, sin embargo no encontró lo que deseaba, Adrián le preguntó qué era lo que necesitaba.
— Un cuaderno, nada importante —respondió.
El muchacho supuso que era el cuaderno amarillo que encontró, y sin mayor importancia se lo entregó. Elías parecía sorprendido, o más, asustado. Adrián se preocupó un poco por la situación.
— ¿Hay algún problema? —le dijo al doctor, que parecía cada vez más nervioso.
— ¿Lo leíste? —El muchacho se limitó a asentir con la cabeza —. Mira, estos datos son sumamente secretos, solamente los comandantes y yo deberían tener acceso a él, así que será mejor que olvides todo lo que viste.
— Si son tan importantes, porque no lo guardas en otro lugar.
— Nadie se llevaría un cuaderno cualquiera como este, en cambio, si lo dejo en la caja fuerte será más sospechoso —Adrián comprendió que era verdad, además, la seguridad del edificio era la mejor de todas, después de todo, allí solo vivían personas elegantes, poderosas y ricas. Elías prefirió dejar el resto de su trabajo para después, ahora quería contemplar Plouis desde su elevando piso. El departamento en así tenía grandes lujos, pero lo único que le gustaba a Elías era ver la ciudad desde su ventana. Desde allí se podía ver todo el sector oeste de la capital, y algo de la parte norte y sur, el lado este estaba tras el monte Sajurt. La ciudad en cuestión era especialmente bonita en la noche, cuando todas las luces iluminaban la metrópoli, el doctor solía pasar largos ratos contemplando el espectáculo con un vaso de whisky en la mano, pensando en otros tiempos, cuando ni se le pasaba por la mente llegar a tener tanto poder. Adrián solía acompañarlo en este “ritual”, pero sin alcohol, al chico no le gustaba el whisky, tenía sabor a remedios según él. En ese instante, alguien tocaba la puerta, era Jennifer quien lo visitaba. Ella siempre tenía la costumbre de ir a verlo sin previo aviso, a veces incluso cuando el doctor estaba ocupadísimo preparando un informe, o formulando teorías, pero esta vez era diferente, Elías no estaba haciendo nada, aunque debería seguir anotando nuevos datos en su cuaderno amarillo. Jennifer era uno de los militares que se encargaba de la seguridad del edificio, así que solía ver mucho al doctor. Adrián siempre le decía mamá, porque siempre que podía, iba a ver a Elías. Eran muy cercanos, de hecho, cuando el doctor tenía que viajar a un lugar importante y necesitaba escolta, pedía personalmente que fuera Jennifer como guardia, a pesar de que todo el mundo sabía que no era principalmente para protegerlo.
— Adrián, será mejor que vuelvas a tu casa —le dijo Elías al chico.
— Pero si mi padre me deja quedarme aquí, no hay ningún problema —contestó él, un poco molesto, dado que era cierto, Adrián vivía con el doctor casi, salvo algunas veces que iba a ver a su familia, sin embargo, la mayoría del tiempo pasa la noche en ese departamento.
— Bueno, él nos dijo que quería hablar contigo ahora —A Jennifer no se le daba bien el mentir, y era demasiado obvio, había que ser estúpido para no darse cuenta, pero Adrián comprendió la situación, por más que insistiera no conseguiría nada. Sin más, el joven se retiró, algo triste. En el instante en que la puerta se cerró, las miradas del doctor y la soldado se cruzaron, formando una sonrisa de picardía en ambos. No fueron necesarias palabras ni gestos para que se entendieran perfectamente.
— Soy toda tuya —susurró Jennifer, a la vez que se daba un largo beso con el doctor. El inconsciente de Elías le decía que debía continuar con su trabajo, sin embargo, a él no le importaba nada en ese instante, quería disfrutar cada segundo al máximo, no como si hubiera mañana. El placer que le producía estar con ella era inmensísimo, y mataría a todo Therán para hacer que durase para siempre.
Ya se habían quitado casi toda la ropa cuando el celular del doctor comenzó a sonar, producto de una llamada entrante proveniente del centro de investigación. Elías estiró el brazo para contestar, pero Jennifer lo detuvo.
— Ya habrá tiempo para ello —le dijo
— Al menos deja avisarles —Ella le encontró razón, no querría darle problemas al doctor.
Elías tomó el móvil y contestó la llamada
— Estoy ocupado, llámenme más… —Una voz desesperada lo interrumpió.
¡JEFE, SE HA ESCAPADO, ESTÁ DESTRUYENDOLO TODO, NECESITAMOS AYUD…! —La llamada se cortó bruscamente, el doctor sabía perfectamente de quien se trataba, de modo que no perdió ningún segundo más y llamó a la división de inteligencia para dar la alarma. Tenían que actuar rápido, dado que si Roderick conseguía escapar de las instalaciones, iba a ser extremadamente difícil retenerlo después.
Jennifer estaba preocupada, no entendía nada de la situación, pero podía notar en el rostro de Elías que no era nada bueno.
— ¿Qué ha pasado? —le preguntó ella, temerosa.
— Algo horrible —replicó él, a secas, mientras de volvía a vestir para acudir a la emergencia.



Unos momentos antes. Centro de investigación.


Roderick y Tamara se sentían débiles, no por físicamente, allí eran muy generosos con la comida, nunca les faltaba, tampoco estaban enfermos, el problema estaba en sus mentes, ambos jóvenes han tenido que soportar muchísimas cosas en poco tiempo, muchas muertes en pocos segundos, ahora solo quedaban solo ellos, todo el grupo de los cuellos rojos había sido aniquilado por Melisa y sus soldados, el niño-peliverde que milagrosamente salvó a Roderick también estaba muerto, A Dan, el grandote, también decidieron eliminarlo, dado que estaba causando muchos problemas. Tamara tenía miedo de que fuera ella la próxima, con lo que había podido escuchar de los científicos, estos estaban muy entusiasmados con Roderick, que había algo fascinante y oscuro que querían investigar de él, pero de ella, nada. Solía llorar en silencio muy seguido, mientras que Roderick trataba de calmarla sin éxito, a través de los barrotes que separaban sus celdas. ¿De verdad valió la pena llegar hasta aquí? Ha este punto le daba lo mismo tener que venderse sexualmente a cada uno de los científicos del lugar para poder tener una vida digna, la desesperación se volvía más grande con cada segundo que pasaba.
Roderick odia ver triste a Tamara, le daban ganas de tomar un martillo y reventar a cada uno de los doctores que se encontrar en el camino, si así podía ver una sonrisa en el rostro de la chica, sería capaz de hacerlo.  
La luz permanente que iluminaba la habitación, hizo que los chicos perdieran el sentido del tiempo, no sabían si era de día, noche, tarde. La actividad de los científicos solía ser constante, así que tampoco podían deducirla según la cantidad de movimiento.
Había pasado un buen rato desde que el doctor asesino se fue, Roderick ya se sentía raro al no verlo, pero aun así era por sobretodo, tranquilizante. ‹‹Si tan solo pudiera escapar de aquí…››, pensaba el chico, lo que más deseaba era poder vivir como una persona normal, y no como un puto ratón de laboratorio.
La voz misteriosa que solía invadir la mente del joven tampoco se había hecho presente, el último tiempo. Por alguna razón, Roderick quería hablar con… “eso”, no tenía claro el porqué, pero lo necesitaba.
— Ya no quiero seguir con esto —le comentó Tamara, sollozando —. No me importa cómo, solo quiero que se acabe.
Roderick ansiaba con poder prometerle que la sacaría de allí como sea, pero sabía que era imposible, bastaba un puñado de soldados para acabar con ellos fácilmente. Ni siquiera la voz extraña podría ayudarlo, simplemente no quedaba nada que hacer, porque intentar escapar a tonta y a loca era un suicidio, oponer resistencia a los doctores también, ‹‹¿De verdad no puedo hacer nada?››, se cuestionaba el joven, mientras Tamara comenzaba a calmarse lentamente, ‹‹Si tan solo pudiera escapar de aquí, si tan solo pudiera…››
…escapar de aquí —completó la voz extraña —. ¿Y si pudieras?, suponiendo que tienes el poder para hacerlo, ¿te irías así sin más, sin dejar rastro?
— Claro que no
—replicó el chico en su conversación mental —. Me vengaría de todos los que nos hicieron sufrir, se lo merecen.
— ¿Y si te ayudo?
—El tono de voz del ser misterioso parecía demostrar que estaba entretenido con la situación, esto le molestó bastante a Roderick, creyó que era un simple juego de niños, cuando en realidad se trataba de su vida y la de Tamara.
¿Cómo se supone que harías eso?
Si prefieres pudrirte en este lugar es decisión tuya, solo te estoy ofreciendo una mano, más bien, tu última esperanza —De verdad que al ente le gustaba jugar con sus sentimientos, pero era cierto, ¿Qué otra opción le quedaba?, ¿esperar que milagrosamente los científicos de volvieran buenos y los soltaran?, claramente eso no pasaba ni en sus sueños.
Tamara ya se había tranquilizado en su totalidad. Allí la veía Roderick, muy serena, sin enterarse de nada.
Acepta mi oferta por ella, que es quien te importa —agregó el ser misterioso.
— Está bien, ayúdame —respondió el chico en su mente, mientras que la risa del ente se alejaba cada vez más de sus pensamientos. Una vez la presencia de aquella cosa que aún no comprendía que era se esfumó, el chico percibió otra muy parecida a esta, pero era distinta, no sabía explicar cómo podía diferenciarlas, solo lo entendía, Tamara también se percató de esto, porque se le notaba inquieta. Más temprano que tarde, Roderick se dio cuenta de que esa “fuerza”, provenía de él mismo, que era como una extensión de su persona, como un brazo extra. ‹‹¿Será esta su ayuda?››, se cuestionó el joven, no estaba del todo seguro, pero parecía que sí. No sabía cómo expresarlo, pero era como una especie de calor que lo rodeaba.
Solo sigue tus instintos —creyó oír a lo lejos el chico —. No pienses, solo actúa.
Y eso fue lo que hizo, dejó la razón y todo eso que te hace distinto de un animal a un lado, para convertirse en el más desquiciado asesino.
La reja que los mantenía encerrados salió volando hacia el otro extremo de la habitación. Tamara se asustó enormemente por la sorpresa, al mirar a Roderick entendió todo sin mayor esfuerzo. Ambos jóvenes se escaparon de su pequeña prisión con las pocas fuerzas que tenían.
El centro de investigación era bastante grande, de modo que no tenían ni idea hacia dónde ir. Las alarmas y el caos no tardaron en hacer presencia, Roderick removía de su camino a cualquier tipo de oposición con apenas la mirada, muchos de los científicos quedaban con casi todos sus huesos rotos al estrellarse contra los gruesos muros de metal, otros simplemente explotaban, o perdían sus extremidades con una facilidad increíble, como quién arranca césped del suelo. Los soldados no tardaron en aparecer, sin embargo eran igual de inútiles en detener a Roderick que los científicos, no alcanzaban a pensar en cómo reducirlo cuando eran enviados al infierno. Los chicos se dirigieron sin saberlo a las instalaciones de nivel 10, ni siquiera la descomunal puerta fue capaz de parar la furia de Roderick. En el sector de experimentos peligrosos no había más que objetos rarísimos de todo tipo, cada uno con su respectivo número y nombre: libros, ropa, joyas, lápices, comida, etc. Sin ponerse a investigar mucho la habitación, el par se dirigió hacia la otra parte: especímenes peligrosos. Con todo el alboroto que Roderick había causado, los sujetos que estaban encerrados allí se alertaron. De la nada comenzó a oír muchas voces, desde todas las direcciones posibles. ‹‹Libéranos y te ayudaremos a escapar››, ‹‹Sácanos de aquí››, ‹‹Te seguiremos hasta la muerte si nos echas una mano›› era lo que más le rondaba la mente.
Tamara estaba detrás de él, asustada por la confusión, ella simplemente se limitaba a seguirlo, toda sus esperanzas estaban puestas en Roderick, sí que era realmente él, ‹‹Es como si lo hubiera poseído un ser maligno››, pensaba, sin embargo no le importaba mucho, las ganas de ser libres era mucho mayores.
En un comienzo no estaba seguro de soltar a todos los seres rarísimos que tenían allí encerrados, quizás fueran más poderosos que él y podrían eliminarlo apenas ya estuvieran al otro lado de las celdas. Fue aquí cuando dudó un momento, pero al fin de cuentas se dejó llevar por sus impulsos, destruyendo una docena de celdas del primer piso antes de que llegaran solados en masa. Todo era muy rápido, a Roderick le costó discernir en que momento el gran equipo de militares que venía a detenerlo se esfumó de la faz del universo. Gritos de pánico, dolor, rabia y una salsa de emociones llenaron los oídos de ambos jóvenes. Tamara abrazaba fuertemente a Roderick, como buscando alguna energía positiva, de que lo que estaba provocando era con un fin compresivo. Los ojos del muchacho irradiaban más maldad que los mismos científicos que los habían encerrado como objetos de investigación, Tamara notaba esto solo con estar a su lado.
Roderick se encargó de soltar a todos los monstruos que habían en el primer y algunos del segundo para provocar más caos dentro de las instalaciones, aumentando así las posibilidades de escapar. A la chica la daba más miedo Roderick que alguno de los monstruos que había liberado; orcos, sirenas, seres deformes, humanos mitad animal y trolls.
El muchacho destruyó una de las celdas del segundo piso donde se haya lo más humano que había visto de momento, era un hombre de cabello verde limón, se notaba que estaba medio desgastado por el cautiverio,  sus ojos eran de color azul tosco, sin ningún brillo. Al darse cuenta de la situación, el tipo se levantó lentamente de su calabozo y miró un tanto extrañado al chiquillo que lo había liberado. Lo que más impacto al joven de este hombre, es que unas cosas puntiagudas salían de entre el cabello verde claro del hombre, allí donde se supone que deberían estar las orejas. El tipo se notaba un poco temeroso en un comienzo, quizás al darse cuenta del poder que tenía Roderick, pero se tranquilizó cuando supo que no le haría daño. El hombre extraño dijo algo en un idioma completamente desconocido, sin embargo, la manera en que habló dio a entender que estaba agradecido. Parecía una persona tranquila, quizás por el mal estado en que se encontraba. Se acercó hasta el muchacho, sus movimientos eran pausados, con cada paso que daba, el hombre se notaba cada vez más sorprendido.
— Tienes sangre de un dios corriendo por tus venas —Tamara fue la que más se confundió, dado que Roderick se encontraba en un estado como de semi-inconsciencia —. ¿Cómo es eso posible?
— Eso no importa ahora, necesitamos escapar lo antes posible —El joven no tenía tiempo para cosas raras, ¿Sangre de un dios?, de seguro el encarcelamiento lo dejó medio loco.
— Conozco una forma, pero no será fácil, ni con el inmenso poder que tienes, con el escándalo que armaste, los comandantes no tardaran en hacer presencia —Hablaba tan lento, que llegaba a estresar a ambos jóvenes, un desastre de proporciones bíblicas estaba ocurriendo a su alrededor, y el tipo estaba tan relajado, como quien estuviera en la playa disfrutando el sol.
— No me importa, lo conseguiremos a toda costa —Roderick ni siquiera se imaginaba por lo que tendría que pasar, tenía una oportunidad de poder escapar con Tamara, y no pensaba por ningún motivo en dejarlo pasar.
— Entonces somos un equipo, yo soy Tass`ar do A'fkadi, ¿y tú?
— Roderick —respondió el muchacho —. Y ella es Tamara.
— Bien entonces pongámonos en marcha. Primero te diré mi plan: Hay una abertura en el nivel 4 que da a los pies del Sajurt, antes era un método de escape provisional, el cual quedó obsoleto cuando se construyó uno nuevo, si tenemos suerte no la habrán arreglado, de otro modo tendremos que abrirnos por la fuerza.
— ¿Y cómo sabes todo eso? —se atrevió a preguntar Tamara.
— Trabajaba como espía antes de que me atraparan estos idiotas, el tema es que tendremos que movernos rápido si no queremos que nos pille uno de los comandantes, esos tipos son brutos —El muchacho se limitó a asentir con la cabeza —. Y ella, ¿qué opina?
— Bueno, ¿a qué estamos esperando? —Tamara intentaba parecer fuerte, para no preocupar a nadie y así retrasar el escape.
— Entonces síganme —les indicó Tass`ar.
Bajaron hasta el primer piso y de allí comenzaron a buscar una puerta que indicara el nivel 4. Habían cuerpos de soldados tirados por todas partes, algunos sin extremidades, otros con enormes perforaciones en el pecho, inclusive seguían sangrando. Los gritos de algunos militares se podían oír retumbando en las paredes, sonidos bruscos que indicaban pelea, y una que otra explosión por ahí. El caos generado podía distraer a cualquiera, pero parecía que Tass`ar tenía puesta su alma entera en llevar a cabo su misión. Trataron de evitar lo más posible a los soldados encendiéndose en algunas habitaciones. Más temprano que tarde se encontraría con dos tipos jóvenes, como si por primera vez se hubieran puesto el uniforme. Estaba más que claro que estaban nerviosísimos, no podían sujetar bien sus katanas.
— Tu… tu eres el mago electrónico —dijo uno de ellos.
— Vaya, parece que tengo fans Theranenses, un gusto —Tass`ar era sumamente relajado hasta para este tipo de situaciones.
— Eres el puto espía que le ha estado dando información sobre nosotros a los orejones de mierda —contestó el otro, un poco más confiado —. Si te mato me darán una excelente recompensa.
— El espíritu de los jóvenes es admirable, lamentablemente ya están muertos —De la nada, un par de cuchillos atravesaron el cuello de ambos soldados de manera paralela, Roderick se asustó un poco por la sorpresa, pero poco a poco ya se estaba curando de espanto, por otra parte Tamara creía que se iba volver loca con todo lo que estaba pasando, ‹‹Tengo que aguantar, tengo que aguantar, no puedo ser débil ahora, tengo que aguantar››, se repetía constantemente.
El trío recorrió gran parte del centro de investigación, Tass`ar prácticamente se lo sabía de memoria, se notaba que como espía era muy eficiente, demasiado de hecho. En el camino se toparon con otros grupos de soldados pelirrojos, ellos creían que serían los héroes que salvaron el mundo de un cataclismo, y esas mismas ilusiones se iban con su vida al infierno. El apodo de El mago electrónico venía de que Tass`ar era un experto en magia electromagnética, cosa que era especialmente útil para desarmar mecanismos humanos, ya sean cámaras, radares, luces o para crear distracciones, dándole una enorme ventaja a la hora del espionaje, cosa que era totalmente inservible en estos momentos.
Finalmente llegaron a su destino, el nivel 4.
— Desde aquí hay que bajar dos pisos para dar con esa abertura que les dije.
En esa sección del centro de investigación se toparon con algunos científicos que estaban temblando del susto, Tass`ar los eliminó por seguridad. Parece que allí se llevaban a cabo experimentos animales pequeños, Roderick pasó la mirada por una de las jaulas y vio seres completamente nuevos para él, había uno que le llamó bastante la atención, parecía como un dragón en miniatura, su color púrpura lo hacía aún más atractivo. Al descender por las escaleras, se toparon con bestias todavía más extravagantes, daban ganas de llevarse alguno, sin embargo, cada segundo era vital. No tardaron mucho en encontrar el lugar que el mago les decía.
— Los Theranenses son tan flojos que ni siquiera pueden arreglar esto.
Era un espacio del tamaño de una puerta, la cual estaba bloqueada con un pedazo de madera atravesado con un cartel que decía ‹‹Peligro, no pasar››, las letras eran tan feas que hasta costaba leerlo. El grupo pasó por debajo para no dejar rastro, aunque la verdad no importaba, porque parecía que el caos seguía por todo el lugar. Se encontraron con un largo pasillo, oscuro hasta donde la vista no alcanzaba.
— Traten de quedarse juntos, no vaya a ser que se pierdan —dijo el mago, dirigiéndose a Tamara y a Roderick, porque parece que él podía ver perfectamente.
Mientras más caminaban, los ruidos provenientes del centro de investigación se hacían cada vez más leves, hasta que simplemente se perdieron.
— Y tu niña, de dónde vienes, porque nunca he visto a un humano de pelo oscuro.
— Nosotros somos de otra dimensión, pasamos por un portal.
— ¿¡Qué hicieron que!? —Toda la paz que emitía Tass`ar se esfumó en un parpadeo —. ¿Cómo es eso posible?, los portales están llenos de ángeles que los protegen, a no ser que hubieran venido en un grupo grande.
— ¿De qué ángeles hablas?, no había nadie cuidando en ese portal.
— Entonces no tengo ni idea como es que llegaron hasta acá.
El grupo continuó avanzando hasta que pudieron ver, bien a lo lejos, una salida.
— Ya falta poco —dijo Roderick, contento por la situación.
— Si conseguimos alejarnos bien de la cuidad estaremos a salvo.
— ¿Ciudad? —preguntó Tamara.
— El lugar donde estábamos está ubicado en la capital Theranense, pero por este lado no hay mucha civilización, unas cuantas fábricas y algunas casas pobres, nadie nos notará.
Era de noche, cosa que era excelente para el grupo, si es que los llegasen a encontrar sería por un descuido descomunal. Había un poco de luz que provenía de una industria cercana, que al parecer funcionaba día y noche. Unos cuantos árboles adornaban el lugar. El trío continuo avanzando lentamente, ya más relajado. Tamara se había calmado bastante, por poco llegaba al colapso. Cuando mataron al niño peliverde le trajo a la mente todos los recuerdos sobre Lee, y eso la perturbó bastante, pero por suerte ya había pasado. Tass`ar se detuvo un momento frente a un árbol, a Roderick le extrañó esta acción, por lo general nadie se detiene así como así. El muchacho se aproximó para preguntarle si tenía un problema, cuando vio que su rostro era la expresión pura del horror.
— ¿Qué te pasa hombre, porque te quedaste ahí parado? —le preguntó el chico, un tanto asustado. Al ver que no respondía lo remeció un poco, para que reaccionara.
— Nos encontraron —murmuró medio aturdido.
— ¿Quién?, yo no veo a nadie.
— ¿De verdad son tan idiotas como para no darse cuenta? —Una voz femenina, y también conocida retumbó los oídos de Roderick.
— La comandante Zunder —al finalizar esta frase, una hoja oscura como la mismísima noche atravesó el pecho de Tass`ar. Roderick volvió donde Tamara casi al instante. La chica pelirroja, comandante de la división de inteligencia estaba sentada en una de las ramas del árbol. ‹‹¿Si no es ella quién apuñaló al mago, entonces quién fue?››, se preguntó el muchacho. Al voltearse a ver a su compañero, vio como una especie de bruma con forma humanoide, la cual estaba sosteniendo la espada. La oscuridad impedía ver los detalles, pero esto no fue impedimento para que el miedo llenara el cuerpo de ambos chicos.
— Hay que ser estúpido para no darse cuenta de semejante poder tan raro. Hubiera sido un excelente plan, lo admito, podrían haber burlado la seguridad de la isla si tan solo ese poder tuyo no fuera tan notorio —Melisa parecía muy seria, se podía percibir que tenía intenciones de matar, pero como se supone que Roderick iba a luchar contra ella mientras una sombra asesina podía fácilmente alcanzar a Tamara.
— Hija de puta, gracias a ti hemos tenido que pasar por muchas desgracias, perder a incontables amigos y ahora más encima nos quieres impedir que seamos libres, ustedes son unos animales, unas bestias sin sentimiento alguno —Roderick estaba furioso, y no era para menos, cualquiera se sentiría así.
— Hagamos una cosa bien hecha, una apuesta, me encanta apostar. Vamos a hacer un combate, si yo gano, tendrás que volver a la celda donde estabas y seguir siendo objeto de experimentación…
— Y qué pasa si yo te gano, ¿nos dejarás libres? —interrumpió él.
— Niño, estas en una isla, toda controlada por Therán, no importa cuánto corras, jamás te libraras de nosotros, a no ser que atravieses el océano, cosa que tampoco te dejaremos hacer. Si tu ganas te daremos un lugar donde vivir, no te tendremos en calidad de esclavo, pero tendrás que controlar tu poder ese, y no harás nada en nuestra contra. Así podrás vivir en paz, ¿no es eso lo que deseas? —Esas palabras le llegaron profundamente a Tamara, eso es lo que quería, después de todo, para eso vinieron a este mundo. Por otra parte, Roderick no estaba del todo seguro, ¿y si era mentira?, cosa que era lo más probable.
No te preocupes, van a cumplir, te tienen miedo —A quien si le creía era a esa rarísima voz que parecía que era el único que la escuchaba.
— Niño… no le hagas caso…, venga mi muerte… a toda costa… —Tass`ar estaba al borde de la muerte, quizás utilizaría todas sus fuerzas para ver esa batalla que estaba a punto de comenzar.
Melisa tomó una de sus katanas que tenía a un costado, lista para luchar.

Holo polo, buenas noches damas y caballeros, he vuelto desde las profundidades del infierno porque mi maldita enfermedad no me deja hacer nada, soy muy flojo, pero bueh, esperemos que mi ritmo de productividad se normalice, esperemos...

Otra vez no se me ocurre nada para el título :o
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